Creí en la estrella diminuta
que en su corazón enorme
opaca las fases de la luna
que no dejan de ser distintas
que no deja de ser una
Creí en la estrella diminuta
que en su inmensa ternura
me pedía que salga
que me encuentre con la luna
que se mueve pero no se muere
y me espía, desde la ventana
invitándome a pasear
Creía en la estrella diminuta
que antecede la mañana
invitándome a jugar
y tal vez quiera saber
qué seré de mí
que siempre fui lo mismo
y siempre por venir
Creí en la gran estrella
que no por su disfraz de diminuta
deja de ser siempre bella
que de tanto dar luz a mundos diferentes
la mía, cada vez más incandescente,
no deja de parecerse, cada vez más, a ninguna